navegar las sonoras ondas rompientes tenaces
que a veces fluyen desde mis entrañas
hacia el metal, hacia los circuitos y hacia el aire,
acero y madera llorando gimiendo gritos eléctricos
el fantasma en la máquina sangrando mis heridas
-II-
fui hasta aquel lejano cruce de caminos
en el sur profundo, con mi guitarra a cuestas
justo antes de la media noche, el diablo llegó
se disculpó, dijo que sería un mal negocio
que no podía arriesgarse, dijo eso y se fue
-III-
ya los últimos fragmentos
de la guitarra en llamas
se terminan de apagar,
ya no más veranos del amor
ni súbitos conciertos en azoteas
-III-
ya los últimos fragmentos
de la guitarra en llamas
se terminan de apagar,
ya no más veranos del amor
ni súbitos conciertos en azoteas
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