Este lugar esta lejos del cielo, de los cielos en donde los astros tiritan, este lugar esta lejos, y yo no pretendo deshacer el equipaje de los recuerdos, esa ánfora de Pandora en cuyo fondo campea esa terrible arpía: la esperanza, ataviada con su piel de corderito (uno al que seguramente engulló ella misma).
Si, la esperanza, esa argucia de la que se valen los políticos y los vendedores de puerta en puerta para llenarnos la vida de baratijas, fruslerías y bagatelas; y de paso robarnos la dignidad, si es que acaso nos queda alguna.
No puedo irme, porque este lugar va conmigo como tatuado a mis retinas, y toda su gente como autómatas suicidas, y su fealdad, nuestra fealdad. Y esa tormentosa sensación de que en algún lugar existe la hermosura, ojala pudiera no creer. Ojala: que palabra maldita. No, nada de condicionales fallidos, estamos aquí, sea cual sea este lugar. Aunque a veces me canse de jugar a las escondidas.
Tendré que sobreponerme.
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