desde que se encendió la mecha
supimos que todo esto estallaría
pero lo que está matándonos
es la espera, esta larga y tediosa espera
almas yertas ahogándonos
en sonoros océanos de fuego y hielo
entre lamentos de espíritus aprisionados
y los ecos de gritos desgarrados
años pútridos e intactos
nos son arrebatados
mientras observamos
el lento viaje de las chispas
fantaseamos con verdes
gigantescos hongos en el horizonte
haces de luces cegadoras
e infiernos desatados
el monstruo que ha de devorarnos
nos ignora, ignora el brillo de nuestra sangre
pero no el sabor de nuestra carne
perpetuamente presto, indemne, ineludible
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