he visto los gritos trémulos de piedras frígidas
brillar en mi caverna desnuda con furia y con soberbia,
para luego morir en el aire, ante mis ojos sombríos
mis manos ensangrentadas y sus dedos encallesidos
los que no han cesado en su estúpido intento
de dominar y someter
he sentido el calor de las llamas ancestrales
abrasar mi piel y mi alma como abrazos de amante
como marcas candentes
sus respuestas tienen forma de cicatrices dolorosas,
enigmáticas cicatrices en las que intentar indagar
oscuros y antiguos secretos
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