gusanos indigestos se contorsionan sobre la lengua del cadáver, mientras este profiere elocuentes diatribas, los gusanos famélicos exhalan alaridos displicentes que una humareda atenúa, el cadáver refulge con un embustero brillo con el que embauca a los transeúntes subyugándolos
el cadáver esconde sus fechorías tras de enormes reflectores que ahuyentan a la noche; ya nadie duerme, nadie descansa; confinó al divino silencio a un abismo indigente
el cadáver nunca ve los hilos que lo atan al titiritero que se carcajea, el titiritero a veces es un augusto señor dibujado en un pedazo de papel arrugado y sucio
El titiritero cobarde y sádico ríe con estrépito, hasta puede oírse su risa execrable atormentando al viento, aunque el viento siempre se mantenga huyendo
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