batallar con las ascuas caprichosas de una soledad perniciosa, sobre la fragua desvencijada de un ingenio menos que mediocre y para colmo flojo; para hacerla canción
una canción que rasguñe, rasguee, restriegue, y que cubra los surcos que van quedando en la rocas, de sangre, de piel, de uñas
hay quién dice que los desiertos son para que una vez estando en medio, gritar muy fuerte, y que los cielos sirven para tener un lugar desde donde caer a la tierra y romperse el alma en fragmentos que se hacen astillas, que penetran, cercenan y desprenden la piel en tiras muy muy largas y muy muy finas
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