cercenáis las hebras de la soga a la que me sujeto
¡piedad!, deteneos por el amor de Dios
el abismo esta presto
no tengo tiempo, el tiempo me tiene, juega conmigo
cual felino de punzantes ojos ase al roedor por la cola
lo suelta y lo vuelve a asir
¿escapar?
mariposas metamorfoseadas a orugas reptan
sobre mil piedras marchitas empañadas de sudor
el agua y el polvo en mi derredor arremolinándose
sumergiéndome elevándome enterrándome
(la interminable fila de los embaucados avanza acompasada, observan el paisaje con los ojos vendados mientras una voz les dice lo que ven. A de los de junto al camino nos toman por mendigos, nos arrojan monedas con violencia inusitada, hiriéndonos, mientras en sus rostros se dibujan muecas de repulsión, debe de ser por los harapos con los que vestimos o porque nuestros ojos se desorbitan desarraigados)
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