Hay un lugar, un lugar fuera de la vista de los ojos lujuriosos de toda marmórea encarnación de Venus. Un lugar fuera y lejos del dominio de los cíclopes. Allí un hombre es una hoja seca que se desliza sobre el viento, es una roca sobre la hierba, es una nube de lluvia, es un anciano, es un recién nacido, es un rey, es un mendigo, es una pareja de enamorados, es una isla desierta.
Hay un lugar en donde estallan los temores en medio de fuegos de artificio incoloros, insonoros; y del odio que bulle se desprenden partículas trémulas que reptan como orugas. La tierra agrietada trepida, y de sus orificios brota sangre, brotan flores insomnes. (Las crisálidas que penden de las flores eligen nunca abandonar sus capullos).
Sin haber sol hay sombras de árboles sin hojas que sobre el suelo se mueven cual si estuvieran vivas y danzan artificiosos rituales para hacer llover.
Hay un cementerio y a veces reviven los guerreros legendarios para hacer la guerra hasta la muerte próxima en la que mueren con alguna herida más de la que ya tenían antes (Es una cosa de ver).
Muchos matices de gris y ruido, aunque hay también algo de una perfección azul oscuro.
Aves que no vuelan pero que suenan como cuerdas o maderas o metales improvisan melodías dirigidas por una gran ballena. Todos ellos absortos, como si no estuvieran.
Un lugar sin edad, un lugar fuera del tiempo, que se mece suavemente como con un estertor de superficie de mar, desde donde puede verse por completo toda la infinitud de la nada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario